22 diciembre 2011

LA AUTORIDAD (I)

Para algunas personas el término autoridad define el progreso. En cambio para otras, todo lo contrario. Esto supone infinidad de conflictos sociales entre las personas y hacia las autoridades que les controlan.
Está claro que la autoridad, el poder de la fuerza, es necesario para llevar a una sociedad a una estabilidad a largo plazo gracias al miedo, pero no siempre es aceptada por diversos motivos.
En el Estado español, la máxima autoridad es el Gobierno pero el sistema político no es perfecto. Las minorías normalmente son ignoradas y en ocasiones repudiadas por la falsa democracia en la que nos situamos. Esto conduce a posibles conflictos que abarcan desde una pequeña comunidad de vecinos hasta el país entero pasando por las ciudades, núcleo de la sociedad. Es decir, crea inestabilidad social.
Otro factor importante son las leyes, las cuales también influyen en los conflictos sociales ya que en muchas ocasiones pueden limitar la libertad de la persona. Es cierto que vivimos en un Estado Social y Democrático de Derecho, pero no significa que no tenga fallos. Este hecho al igual que el anterior, provoca un estado de malestar y enfado con la autoridad, la cual con el tiempo no hace absolutamente nada por cambiar esta situación, ya que tienen el poder. Es decir, nuestros dirigentes no se preocupan en solucionar los problemas morales y sociales, sólo los materiales como infraestructuras, transportes, alimentación, investigación, etc. En conclusión, solo buscan la comisión.
Como vemos día a día, los gobernantes van siendo cada vez más rechazados en nuestra sociedad como respuesta a sus mentiras, confabulaciones y falta de responsabilidad. Esto demuestra que las autoridades están para controlar, para dominar al pueblo con un fin aparentemente desconocido. Y es que es más fácil dirigir a gente inculta, que a gente con conocimiento sobre las cosas que de verdad importan en esta vida, y una de ellas es la política, la gente a la que has dado la soberanía.
Por ello, la colectividad debe dar muestras de su descontento para mejorar en lo posible el conjunto de la sociedad desde el respeto a los mandatarios pero con firmeza para no recaer en los fallos del pasado.

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